miércoles, noviembre 3

Mirarte al espejo y ver quien eres.

Un mal día. Llegas a casa y no te apetece ni comer. Vienes del colegio de estar rodeado de todas esas persona que apenas significan algo para ti. Te tiras en el sofá. Sabes que si cierras los ojos te quedarás dormido.
Te llaman a comer, no tienes ganas de levantarte. Finalmente haces un esfuerzo y vas a la cocina. Mientras comes unos macarrones que te saben realmente amargos, tu madre se despide de ti y se va a trabajar. Te quedas solo en la casa. Terminas la comida y recoges tu plato.
Te apetece echarte una siesta, una larga y profunda siesta, pero no tienes tiempo, tienes demasiada tarea que hacer, demasiado que estudiar. Vas al baño y te lavas la cara para intentar despejarte. Al incorporarte te quedas observando tu rostro. Estás pálido, pareces un muerto, tienes cara de cansado, grandes ojeras... pues eso, un muerto. De pronto te miras directamente a los ojos, fijamente. Y es ahí, en ese instante, en ese preciso momento; Te das cuenta de quien eres realmente. 



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