jueves, junio 16

Parece que el tiempo no tiene prisa.

La noche arropa, abriga, abraza, calienta, consuela.
La noche llora, sufre, hiere, enfría, duele.


Pasan los segundo, quizá algún minuto, pero no las horas. La noche no pasa, esta intacta, sola, durmiente, sedienta de sueños.
Mi cama se enfría, no arropa, no consuela. Se me clava en forma de recuerdos, en forma de sueños, de pequeñas ilusiones que nunca llegarán, que no volverán.
Las heridas sangran y duelen.
Pasa un minuto, sigo despierta; y un segundo, otra vuelta mas, otro recuerdo que se astilla. Otra astilla en forma de suaves caricias, de dulces sonrisas y tiernos besos apasionados. Todo aquí contiene tu ser: la pared, la cama, las sabanas, mi cuerpo...


Todo existe pero es inexistente. Todo está en mi cabeza, pero no en la nuestra.
Ya van doce vueltas, y solo son las tres. Cuando te sentía conmigo el tiempo volaba: una hora era minuto, y minuto tan solo un segundo. Parece que la noche no quiere irse, parece que el día no quiere llegar. Parece que el tiempo ya no tiene prisa.

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