viernes, mayo 6

La típica frase "Carpe Diem" era una incógnita para él. Era un chico triste, solitario, pero era especial. Así mismo se consideraba sui generis, aunque para todos los demás conocidos, que se contaban con los dedos de una mano, simplemente era raro de cojones.
Iva caminando pensando en sus cosas, ajeno al exterior. Parecía no importarle nada ni nadie. Torció la esquina. A priori parecía tener claro cual era su camino, mas de pronto se detuvo, pensativo.
Motu propio había ido a aquel lugar siniestro y oscuro al que tanto odiaba. Aun con sus razones, no podía evitar sentirse culpable.
"Quid pro quo", leyó en la descuidada lápida.-Me robaste la vida, yo solo arranqué la tuya. 

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