
Llegué a mi destino. Allí él me esperaba, sentado, nervioso, como preocupado.
Lo hice. Le dije la verdad: le expliqué el tipo de relación que quería tener con él, le dije lo que sentía por él. Y nos despedimos; adiós y hasta mañana.
Estaba segura de mi misma, y por una vez, tuve claro que había hecho lo correcto.
Y me fui, como siempre, con la música en el bolsillo.
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